Un viaje al interno

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Un descenso al corazón

miércoles, 26 de febrero de 2020

Renorvarse o Morir

Sin duda es una expresión que hemos oído mucho, es incluso muy probable que la hayamos usado, unas veces para decírsela a alguien y otras veces como una conclusión de nosotros para nosotros mismos cuando, ante una adversidad, no nos ha quedado más remedio que adaptarnos, evolucionar, entonces nos damos cuenta de que no hubo más remedio, era renovarse o morir.
  La historia de la humanidad está jalonada de renovaciones constantes, forzadas, forzosas y fortuitas, esas que con el tiempo hemos venido a llamar evolución y que no son más que un compendio de errores aleatorios y de mutaciones azarosas que han desempeñado una vital diferencia en nuestra existencia como especie pero también como individuos.
En los días que corren se ha vuelto a despertar el viejo, por no decir ancestral temor a lo desconocido, de ahí que afloren los bulos, en las llamadas “fake news”, una suerte de “medias verdades,” cuando llevan algo de verdad, sesgadas y manipuladas y una batería de mentiras malintencionadas que buscan sembrar la duda y lo que ésta conlleva, el miedo, y es que el terrorismo, es un arma usada por la humanidad desde tiempos inmemoriales... y hay muchas formas de practicarlo.
En lo más profundo de la conciencia del hombre está codificada su necesidad biológica de existir, el instinto de supervivencia. En lo más hondo de su mente el de perdurar, incluso, si hablamos del alma, el de trascender, por eso aquello que nos conduce a lo desconocido nos aterra, porque al final, lo único de lo que estamos seguros es de la muerte, conocida de todos, desconocida para todos, por eso estamos seguros, no tanto de ella, sino de que nadie vuelve una vez cruza ese umbral, por lo que nadie sabe qué hay, si es que hay algo, al otro lado... no voy a entrar en las promesas de eternidades, o en las certezas de la ausencia de éstas, ni en reencarnaciones, ni en trasverberaciones que nos conduzcan a otros mundos o posibles universos, eso, será otro día.

En los días del coronavirus queda muy de manifiesto todo esto, el temor, la duda, la floración de mentiras, la histeria colectiva, el temor a poder ser uno de los pocos, por muchos que sean, que no sobreviva, como si la vida estuviera garantizada fuera de este hecho… pero ahí está, llamando a la puerta de la humanidad. Un virus, no es la primera vez ni es la única amenaza que el microcosmos nos tiene reservada, existen cientos de bacterias resistentes a antibióticos que puede acabar con nuestra existencia en un breve lapso, incluso, si estamos sanos, pero no hemos puesto el foco en eso, no al menos de momento, o no de forma tan recurrente, no, pero sí en este virus, que como otros antes, viene a parasitar nuestro organismo y si en su afán depredador ha de masacrarnos, no va a dudar en hacerlo.
¡Cuántas veces el hombre ha hecho exactamente lo mismo! A las puertas de Europa, en sus aguas, en este mare nostrum, a diario, mueren seres humanos, sanos, huyendo de la miseria, del depredador humano, má
s grande que un virus y también más letal.


Renovarse o morir. ¿Tal vez es el momento en que la humanidad debe empezar a plantearse su existencia en la tierra como especie preeminente y parasitaria de todo sistema de vida y empezar a vivir de un modo no tan caduco? ¿Es tal vez este el momento de renovarse como especie, como sociedad, como cultura… o morir?
 El planeta ha llegado a su tope, la humanidad ha alcanzado metas estratosféricas en su afán de renovarse, tanto que ha llegado al punto de empezar a ser responsable de su propia destrucción. Los sistemas que inventamos para protegernos son los que han empezado a  fagocitarnos en un caldo de cultivo fatídico que se va calentando tan levemente, que el día que hirvamos, habremos muerto casi sin darnos cuenta.
¿No será, tal vez, tiempo de desmontar lo establecido y empezar a caminar hacia lo desconocido, aún a pesar del miedo? ¿Qué le pasa a nuestra sociedad para que una parte de ella huya despavorida de la diversidad, de la libertad y del respeto mutuo?
Es renovarse o morir. No pocas veces hemos llegado a esta encrucijada a lo largo de la historia y no pocas veces hemos optado por morir, o más bien por matarnos:  delitos de odio, terrorismo, guerra, bulling, abusos de toda índole y todo para mantener un sistema caduco, por no decir caducado, que hace tiempo que expiró y cuyos últimos estertores  aún resuenan… pero si no enterramos el cadáver de esa sociedad ya extinta, si no nos renovamos, si no nos abrimos a la diversidad de una nueva era, tal vez la podredumbre del pasado hará con nosotros lo que nosotros mismos hemos hecho a nuestra tierra.
A lo largo de la historia han sido muchas las extinciones masivas, también las endémicas, incluso entre los homínidos… ¿qué nos ha hecho creer que no podamos ser la próxima especie en desaparecer? Tal vez, estamos optando por morir.
Querido lector, como bien sabes, no soy doctor, ni soy filosofo, ni científico, ni hombre de grandes hazañas,  sencillamente soy un hombre, un pobre hombre, un caminante de esta vida, un observador de este universo que somos cada uno de nosotros y todos juntos, un punto en medio de la constelación humana, una brizna de polvo en la galaxia de la humanidad pero parte de ella y como tal, parte de su problema ¿podremos ser la solución?
La necesidad de la autocrítica, profunda y responsable, propia y colectiva, es acuciante en los tiempos que vivimos, máxime en los que aún han de venir. El mundo está cambiando, toca renovarse o morir, tal vez creas que tú solo no haces nada, pero piensa,  una sola malformación en la codificación cromosómica de un ser, supuso una mutación en toda una especie…  ¡atrevámonos a mutar! mutemos nuestra forma de ver, de pensar, de actuar. Atrevámonos a cambiar la forma en que miramos, vemos, oímos y escuchamos; la forma en que acogemos,  recibimos y percibimos cuanto nos rodea y a quienes nos acompañan. Renovémonos  ahora que aún vivimos, porque al final, todos hemos de morir, pero no necesariamente hemos de dejar de existir.

Si has llegado hasta aquí, querido lector, te felicito, tal vez  ya estés mutando, tal vez has encontrado  la piedra filosofal de la alquimia que es el secreto de la vida abundante, esa que no da lo material, esa que sólo experimenta quien se arriesga, quien muta, quien a pesar de tener plomo entre los dedos alcanza a transformarlo en oro. Si has llegado hasta aquí, enhorabuena, cuestiónate, revélate contra ti mismo, ten el valor de dudar, de soltar todo lo que has tenido como cierto y vuelve a empezar, vuelve sobre tus pasos, aprende a desaprender lo aprendido, recupera tu capacidad de sorprenderte, acepta que tal vez no tengas razón y que no hay nada de malo en ello, aprende del que es diferente, no rehúyas del que es distinto, conecta con todos y así podrás encontrarte contigo mismo, porque en cada uno de nosotros late una misma vida por lo que a más sepamos comprender, más nos comprenderemos y viceversa. 

No temas empezar, renovarte, porque la vida es eso, renovarse o morir. 





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