Un viaje al interno

Un viaje al interno
Un descenso al corazón

lunes, 18 de julio de 2016

Sé Libre

Hoy en día se apela mucho a la libertad, es un deseo que todos poseemos y que como ya he dicho en alguna ocasión, es inherente al hombre. En un articulo anterior reflexionaba ya acerca del hecho de la libertad y como la muestra máxima de tal es el compromiso, pues sólo el que es libre y ama con libertad es capaz de comprometerse, con una persona, un proyecto, una realidad... sólo el que de verdad ama algo, realiza todo por ello con la libertad de hacer lo que del corazón nace, más allá de otras aspiraciones y motivaciones.

No pocas veces las motivaciones que nos mueven son muy contrarias al principio de libertad; motivaciones económicas, motivaciones personales, rencor, ambigüedad... al amparo de la libertad se están cometiendo aberraciones que distan mucho de alcanzarnos la libertad y que coartan ésta hasta el punto de someternos a una suerte de pasiva esclavitud que disfrazada de libertad, nos aferra cada día más a una realidad que no queremos. No pocas veces, cuantas cosas emprendemos a fin de sentirnos libres, no son más que pesados eslabones que sumar a la cadena de acciones que, lejos de liberarnos, hacen que estemos un eslabón más lejos de la libertad.

Hay una frase que repetía mucho un profesor que yo tenía cuando estudiaba la secundaria, frase que, caprichos de la memoria, ha seguido resonando en mi cabeza a pesar de los años: “el que no vive como piensa, termina por pensar como vive”. Interesante frase ésta en que se encierra una profunda lección dentro de su clara sencillez.

Todos vivimos, o creemos al menos vivir, en libertad. Todos por tanto pensamos que somos libres, y actuamos conforme a esta libertad. El hecho de ser libres, pensamos, nos acredita para realizar tantas cosas como nos plazca ya que para ello somos libres. Reclamamos libertad, exigimos libertad, es un grito que nace en el hombre desde su más tierna adolescencia, ¡libertad! ¡independencia! Todo esto es normal, es más, es justo y adecuado, el problema llega después, en el momento en que mi necesidad de libertad y mi exigencia de tal entra en conflicto con tu idea de libertad y por ende en tu exigencia de libertad. Es ahora cuando la frase de mi profesor va tomando un cariz diferente y es que, “el que no vive como piensa, terminará pensando como vive”. En un mundo que tiende al egoísmo y al personalismo ante todo, en un mundo globalizado donde se educa en el “yo” del éxito, la idea de libertad se ha convertido en un derecho unipersonal y unilateral que excluye el hecho común de una sociedad libre, hasta el punto de que la sociedad, vive anclada a un sin fin de condicionamientos unipersonales y personalístas que acaban por coartar la libertad personal, diluyendo la libertad del ser humano en su conjunto.

Todos, absolutamente todos, somos una suerte de mercenarios en buscar del mejor postor, vendemos nuestra libertad a quien quiera comprarla y lo peor de todo, es que la vendemos e hipotecamos, atreviéndonos a llamarlo “liberación” ¿Es que acaso no somo libres para tener que liberarnos? ¿Qué hay detrás de esta libertad que nos obliga a tener que buscar mecanismos de defensa y de auto liberación? Y es que, como decía mi profesor, “el que no vive como piensa, termina por pensar como vive”

En el momento en que uno se tiene por más importante que el resto de nosotros, todos dejamos de ser importantes, por cuanto que por el capricho de uno, todos somos objeto de menosprecio. Es aquí donde la rivalidad se abre y se fragmenta la libertad. Como me tengo por mejor y superior a ti, tengo por real que cuanto yo decida es mejor que cuanto tú hagas, es más, como yo sé más que tú, o al menos eso creo, me tomo la libertad de elegir por ti, porque tú, para mí, en verdad no existes, y tu libertad no es motivo para que yo cambie mi actitud, por ello, como todo mercenario, avasallo tu derecho a la libertad imponiéndote la mía y así, en esta ilusoria jaula de oro en que nos encierro a todos, creo que a todos nos hago libres, cuando en realidad nos estoy condenando a la esclavitud de la tiranía de mi pensamiento. Es entonces cuando la libertad de expresión se convierte en agresión y la agresión en delito, es en este momento cuando la proposición se transforma en imposición y la imposición en ley... mientras la libertad se desvanece en un sin fin de derechos que lejos de hacernos libres, nos atan a la imposición de ser libres según el modelo democrático impuesto por una supuesta mayoria para la libertad. Este “Sanbenito” del siglo XXI que se impone por la fuerza al que vive la libertad desde un angulo distinto.

Existe en la ciencia una teoría según la cual el universo está compuesto por una infinidad de universos paralelos donde todo es sin ser y donde nada es porque todo ha sido. Según esta teoría, conforme la ley de causa y efecto, existe un universo por cada decisión que puedas tomar y otros tanto universos por tantas otras opciones descartaste y pudiste haber tomado, siendo cada acción y su reacción un universo igual y paralelo pero totalmente distinto cada vez, siendo uno mismo sí mismo y siendo siempre otro, sin dejar de ser quien es... además de enrevesada, la teoría es interesante (véase que no soy científico ni erudito, por cuanto pido disculpas si en algo desatino) este pensamiento del multiverso me hace recapacitar acerca de si el mundo en el que vivo es como es por las decisiones y omisiones por las que he optado, de ser así, la única forma de que mi mundo cambie es cambiar el modo en que vivo y me relaciono con él, ejerciendo así una nueva relación que a su ver me relacione con mi universo en una medida distinta y haciendo, por tanto, distinto todo mi universo; siendo así en todo distinto cómo siento y percibo mi realidad y por ende, como ésta me afecta. vuelve en este punto la frase que mi profesor solía decir “quien no vive como piensa, acaba pensando como vive” así pues, pienso que soy libre y bajo esta premisa vivo y actúo, pero como no me siento libre, como no me reconozco como tal, acabo viviendo en la ausencia de esa ansiada libertad y acabo pensando como quien no es libre, dejando que mis actos se rijan por las decisiones que tomo en el condicionamiento de mi total falta de libertad. Pero, si vivo en una sociedad democrática y libre ¿cómo es posible no ser libre? Como ya dijera en otra ocasión, la falta una experiencia real de libertad más allá de lo meramente material e impositivo, la incapacidad congénita de dejar ser al otro sin creer que sus diferencias coartarán mi existencia, y es que la verdadera libertad nace de la capacidad serena de respetar las diferencias del otro sin sentirme atacado por ellas y sin atacarlas porque, según mi juicio, ataquen mi forma de vivir. El mirar primero con los ojos del otro, nos enseñará más del otro y así sabremos y querremos respetar al otro, porque no pocas veces la maldad está más en los ojos de quien juzga la acción como mala y no en quien con rectitud la realiza.

Todo lo que atenta contra el hombre en cualquiera de sus formas no es libertad ni liberación, el hombre no puede ser libre sólo en parte, el hombre es libre en sí y en su totalidad, sino no es libre. De nada vale una ley que me obligue a ser libre o que me facilite y decante una opción sobre otra con respecto a mí mismo, mis circunstancias y mi persona. Una sociedad jamás será libre si no se cambia el adoctrinamiento por la educación libre. Enseñemos a los niños a leer, escribir, contar, multiplicar, expliquémosles el medio ambiente, los primeros auxilios, pero ante todo eduquemos a los niños en su capacidad para pensar libremente, para expresarse libremente, para ser ellos sin neceidad de contentar a nadie o alcanzar un canon, eduquémosles desde la empatía y la igualdad, conscientes de lo que nos diferencia, no para alejarnos unos de otros, sino para ser unos en los otros, conscinetes de que de lo que nos asemeja más, es que cada uno somos diferentes. Jamás existirá libertad sin igualdad ni hay igualdad sin libertad y es que la igualdad y la libertad son una opción de compromiso que nos hace ser y existir en respetuosa coexitencia.


Sólo el que ha conocido la autentica libertad es libre a pesar de los barrotes. Sólo el que conoce la autentica libertad es libre a pesar de las etiquetas, las críticas, las quejas. Sólo el que conoce la verdadera libertad es verdaderamente libre a pesar de leyes, ideologías, religión. Sólo el que sabe volar sin alas, sólo el que es capaz de caminar un paso más aún a pesar de las heridas, sólo el que sabe mirar y ver más allá de lo que considera cierto; sólo el que se atreve a aceptar que puede estar equivocado, sólo el que se compromete a ser libre, puede y es verdaderamente libre. Y es que la libertad es, ante todo, la voluntaria y responsable decisión de comprometerse con uno mismo a ser libre, liberando en sí a los demás de sí mismo y así a ellos mismos de sí mismos. Cuando comprendamos que para ser libres debemos ser todo en todos, todos seremos libres, más allá de imposiciones, globalizaciones, manifestaciones... porque la libertad es sin necesidad que nadie la lidere, porque la libertad no tiene banderas, no es discutible, no se puede poseer, no se puede dar, no se puede limitar. Es una realidad que vive dentro de cada uno y que depende de cada uno llevarla a plenitud. La libertad es como una semilla en tierra hostil, que da fruto sólo si se la trabaja, si se riega, si se cuida, si se espera, si se confía.

 La libertad es y tú eres libre de serlo.  





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