Un viaje al interno

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Un descenso al corazón

jueves, 20 de agosto de 2015

De Madrid al Cielo (Homenaje a Lina Morgan)

         En la noche del 19 de agosto, calladamente, en el silencio libremente elegido, se apagaba para siempre una estrella de Madrid. Castiza como pocas, madrileña como ella sola, Lina Morgan representa un periodo de nuestra historia que va tocando a su fin.



      Nacida en el Madrid de la posguerra, supo hacer de los avatares de la historia su camino a la cúspide y en medio de un periodo difícil de la historia reciente, llegar a lo más alto con tensón, pasión y esfuerzo, cumpliendo, contra todo pronostico quizá, sus sueño y siendo el sueño de muchos. Una mujer de bandera, que supo remover los clichés se su tiempo con la sola gracia de su natural desparpajo, sin faltarle elegancia, arrojo y valentía, llevando así consigo el nombre de su querido Madrid y de su icónico barrio, La Latina, a los rincones de toda España.


      Mujer, emprendedora, trabajadora, empresaria, artista, madrileña... la diva de la comedia, capaz de abordar desde los temas más actuales a los más íntimos, pasando por los más pintorescos, vestido todo de una frescura y un calor humano, un humor sencillo, dando un poco de sí en cada función, una vida entregada en las tablas y entre bambalinas, encofrado todo de un profundo sentido humano que traspasaba, como muchos han dicho "la cuarta pared" haciendo de su obra un diálogo con su publico. No es fácil, ni ayer ni hoy, alcanzar al publico más allá de los aplausos, lograr incluir al publico en la acción, hasta el punto que deja de ser un mero espectador, para ser el interlocutor de un sentimiento que nace y se crea en cada puesta en escena. Ella, Lina Morgan, supo llegar hasta ese rincón del corazón de cada uno, convirtiéndose así, no sólo en una estrella, sino en una amiga de cuantos disfrutamos de su compañía.

        La historia tiende a ser cíclica, y lo que hoy es mañana no, para más adelante volver a ser. La partida de nuestra querida madrileña, pocos días después de la célebre fiesta de La Paloma, nos devuelve por un instante, ese espíritu que aflora en los corazones buenos los días malos, porque no son tiempos fáciles. Hoy como ayer, todo parece no tener una salida aparente, pero si nos paramos a pensar, si miramos a nuestro alrededor y nos atrevemos a apostar, más allá de las apariencias, de las condiciones, de que todo se nos ponga en contra, sabremos dar una salida ingeniosa a cuantas cosas parecen querer oprimirnos y llevar una sonrisa a cada corazón y es que hoy, como ayer, hacen falta corazones humanos dispuestos a ponerle a mal tiempo buena cara, orgullosos de ser quienes somos, sin olvidar nuestras raíces y lo que nos une, porque a todos nos llegará el día de las alabanzas y ninguno estaremos aquí para escucharlas.

       Hoy Madrid se tiñe de una luz tenue, y La Latina se viste de mantones negros, y nace para siempre un indeleble recuerdo, un recuerdo que nos deja para siempre su sonrisa y su enseñanza, esa que nos enseñó que "Celeste, no es un color", y que aunque parezca que se nos va "El último tranvía", siempre habrá una esperanza para decir "Sí al amor", en un rincón de nuestra tierra, donde para siempre quedará un hostal que es la casa de todos, al borde de Las Vistillas y a orillas del Manzanares, donde siempre estará ella.

       Agradecida y emocionada, solamente puedo decir que así es la despedida que hoy Madrid brinda a quien fuera embajadora de su tierra y a este hasta pronto me quiero sumar, pues no calla para siempre quien deja algo de sí.

       La función termina, el telón se cierra, y las flores que antaño abarrotaran su camerino rinden callado homenaje a quien fuera mecenas de sí misma y entre bambalinas se esconde para siempre un adiós, un sentido hasta siempre, un caluroso aplauso callado que se escurre por el patio de butacas y sobre el escenario, una vez para siempre, ella, por las calles de Madrid.




 Lina Morgan 1937-2015 de Madrid al Cielo.   

 

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