Un viaje al interno

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Un descenso al corazón

martes, 11 de marzo de 2014

Sobre la Fe y la Razón (comentario a la novela San Manuel Bueno Martir de Miguel de Unamuno)



“Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo,¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! ¡pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. Porque habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección.” (S. Pablo: I Corintios XV 19-21). 


La novela de Unamuno, San Manuel bueno, es una novela llena de simbologías, por no decir que toda en sí es una simbología. La novela narra, por boca de Ángela Carballino, uno de los personajes fundamentales, lo que se podría denominar como “vida y escritos de san Manuel, cura de Valverde de Lucerna” ya que, según mi parecer, la redacción es parecida a los libros sobre santos en que otros, coetáneos suyos cuentan quién, cómo y por qué era dicho santo. No obstante y lejos de querer hacer un libro de este estilo, Unamuno recrea en un paraje real, un pueblo y gentes irreales, propias de una leyenda o un sueño y así abordar el tema de la fe, la razón y la verdad de la vida, del  sentido de ésta y de la muerte, además de cuestionar si hay o no un mas allá; cuestionando la existencia de una vida eterna, paraíso, o quizás un inframundo al estilo clásico. 

Todas estas dudas las pone en manos de D. Manuel, un sacerdote, párroco de una pequeña aldea, el cual no cree, o cree no creer queriendo creer lo cree no creer, es de este modo como se aborda el tema de la fe y la razón.
   Del tema de la fe podemos apreciar dos tipos, tal vez tres, los cuales trataré de exponer. Por un lado encontramos la fe ciega, la que es de tipo natural, casi supersticiosa, la del pueblo tradicionalista que busca en la fe un apoyo que lo ayude a vivir esta vida, la cual si ha de acabar en la muerte no parece tener valor, y que por otro lado, ayuda a bien morir para vivir en la vida imperecedera, el más alla, que es la meta de todo mortal. Es también esta la fe del idiota, de Blasillo, es la fe que no entendemos y que no alcanzamos a comprender pero que tampoco nos cuestionamos y que en cierto modo nos ayuda a vivir “en sueño” esta vida “pesadilla”. Tras ésta, encontramos también la fe del que no cree, o más bien del que no cree creer, pero que por mantener la fe de los demás, para que los demás no pasen el sufrimiento tal que él está pasando por haber visto la verdad de la vida cara a cara, vive de fe y para la fe sin tener fe, es el caso de D. Manuelm, quien aún cuando no cree, vive como si sí creyera; y aun no teniendo fe la trasmite, para así mantener al pueblo en el dulce sueño de la alineación y librarlo de la verdad que es la muerte, ya que esta verdad es insostenible e isoportable, pues si algo hay de verdadero en esta vida es que hemos de morir, es lo único que tenemos asegurado, lo demás es todo vanidad, los amigos, la familia, el dinero, todo puede fallarnos, todo ello pasa, pero la muerte siempre estará ahí, al final de la vida, esperándonos para llevarnos con ella, el donde... eso ya es otra cosa.

 Para esta verdad el ser humano no esta preparado. Ya desde el momento en que el “animal homo” por acotar así a nuestro ancestro hominido, toma conciencia de ser, pasando así a ser del "animal homo" al  “ser homo”, ser humano, es cuando empieza a ver la muerte como una realidad dolorosa a la que no sabe como enfrentarse ni como afrontar, de ahí nace el culto a la muerte, o mas bien los rituales mortuorios. El ser humano entierra a sus muertos y empieza a creer que hay algo tras la muerte, tanto que entierran, incluso, a los muertos con sus propiedades, a veces hasta sus propiedades vivas... es en este contexto de enfrentamiento a la muerte cuando empieza el culto a los dioses, desde el hombre de la edad de piedra hasta la actualidad, cuando el hombre empieza a percibir en sí su proyección de eternidad.
    
   D. Manuel, quien cree que tras la vida no hay mas que un sueño eterno en el cual ya no se sueña más, o sea, que no cree en nada mas allá de esta vida, sufre, y por ello, mantiene la fe de su pueblo, suicidando día a día su razón.
    
  El tercer tipo de fe que se puede apreciar es la que porta Ángela, una fe en cierto modo probada, algo mas libre que la fe instintiva del idiota, una fe que ha visto y comprendido la fe del que cree porque sí y del que se cuestiona si creer, y la del que no cree y vive de fe para dar fe, ella sabe y conoce los varios caminos de los distintos modelos de fe, ella los ha recorrido junto a D. Manuel como hija-madre, junto a su hermano y junto a Blasillo, pero no por ello vive ninguno de esos tipos de fe, sino que vive su fe, la fe que nace de la experiencia y del saber, que es la fe pura y refinada del que es libre para optar y libremente cree, más allá de una idea o un ideal, basanda en una experiencia personal, intangible, pero veraz.

   Dejando ahora un poco a un lado lo que es el libro, Unamuno es demasiado para entender, no sabría expresar bien toda la riqueza simbólica y todo cuanto ésta trasmite y sería estropearlo, por lo que me dispongo a exponer lo que yo he sacado y pensado de todo esto, lo que es mi parecer y lo que yo creo que, a mi parecer limitado e inexperto, repito, me dice Unamuno con su obra.
    
   Así pues, si partimos de la base de que la razón nos lleva a la verdad y la fe a la vida, yo pienso, que la vida, si no nos lleva a la verdad, carece de sentido. Si la verdad nos lleva a la muerte, la vida ha de conducirnos necesariamente a la muerte, es decir que para alcanzar la verdad de forma absoluta, es necesario morir, tal vez no físicamente, tal vez sea necesario morir de forma racional o espiritual. Así pues yo veo que la razón es el camino a la verdad, la verdad es el camino a la vida y la vida nos conduce necesariamente a la muerte, por lo que la vida es el camino hacia la muerte, y la muerte no es entendible sino es desde la fe y sin la fe la muerte es un sufrimiento, es algo inabordable, por ello D. Manuel sufre por no poder tener esa fe que lo libre del sufrimiento de la muerte.
     
   Por otro lado quisiera remarcar que a mi modo de ver las cosas D. Manuel es en verdad quien más fe tiene, otra cosa es que la viva desde la sequedad de un desierto o la oscuridad de una noche, como es el caso de San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, además de que ¿Puede un hombre inculcar y entregarle a un pueblo algo que no posee? No y no obstante, D. Manuel sí transmite la fe a su pueblo, al igual que hicieran Moisés y Cristo. Dice San Pablo: “Muéstrame tu fe sin obras que yo por las obras te mostraré mi fe” ¿Esto qué quiere decir? Que la Fe no es cosa de decir ¡ay Señor, señor! o repetir oraciones, ritos o dogmas, aprendidos y aceptados sin dejar lugar a la propia experiencia en un diálogo profundo. La Fe conlleva unas obras, las de Don Manuel, las de la caridad (y no sólo la caridad en sentido material), por ello aun cuando éste hubiera confesado al pueblo su falta de fe, éste no habría creído en la confesión sino en el engaño, ya que sus obras lo acreditan como hombre de fe. Dirá también san Pablo en su primera carta a los Corintios que ya puede ser perfecto en obras y palabras, que si no tiene caridad de nada le valdría (Himno a la Caridad), y la mayor característica de D. Manuel es que vive para la caridad, caridad que nace de un profundo camino espiritual, de una honda experiencia vivida.        
     Según mi punto de vista, D. Manuel no es mas que la victima de la noche oscura, que tantos otros vivieron antes que el y tantos otros vivirán después, Moisés y Cristo vivieron su noche oscura y su soledad desértica, cuando la fe pasa a vivirse desde un punto de vista maduro, cuando esta es compaginación de la razón y nace de una auntentica interiorización y pura aceptacion... cuando la fe se pasa por la razón ésta se nos vuelve un sufrimiento y una contradicción, es cuando la Fe se vuelve un hecho real y no un opiaceo sedante y paliativo. 

    En síntesis, la razón nos lleva a la verdad, la verdad a la vida, la vida a la muerte, la muerte es entendible sólo desde la fe, la fe para ser pura ha de ser probada con la razón, la contradicción fe-razón nos conduce a un sufrimiento e incluso a una agonía, el sufrimiento es un carácter necesario y fundamental de la vida, si el ser humano no sufre no madura, y ya tenga fe o no será un idiota. El sufrimiento nos lleva por último a la muerte, final de toda vida, única verdad empírica, nacemos y morimos, la vida no es más que el largo o corto camino que separa un hecho del otro, pero ambos han de suceder por naturaleza. Luego ya, si tendremos vida eterna o no... allá cada cual con sus creencias, si la hay, ya lo sabremos, si no la hay, lo mismo da, ya que jamás llegaremos a descubrirlo, mientras tanto vivamos sumidos en este sueño, bien con fe en unas cosas u en otras, pero vivamos. El ateismo no creo que exista(y con esto no pretendo abrir un debate o similar, pues ante todo parto de la libertad individual de cada cual, y del profundo respeto por todos y hacia todos), ante la muerte todos acabamos aferrandonos a algo, estoy seguro de que al morir D. Manuel y ver a su pueblo recitar el credo, mas que nunca se zambulló, una vez y para siempre en el unánime “creo en la vida perdurable...” cima de su amada montaña, para desde las profundidades de ese lago ser, aún hoy, las campanas del campanario que invitan a quien las oye a zambullirse sin miedo en esta vida  para irse anegando poco a poco en ella y ser de un modo u otro una Valverde de Lucerna, un reflejo hoy del ayer y una voz del hoy para el mañana. Y es que como ya he dicho antes la verdad sólo viene tras la muerte, y sólo hay uno del que ha haya dicho que haya vuelto de la muerte, Jesús de Nazaret, el llamado Cristo… el resto, es atreverse a indagar.
   






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