Un viaje al interno

Un viaje al interno
Un descenso al corazón

martes, 8 de octubre de 2013

Un nuevo despertar

   Llega un momento en la vida de todo hombre en que todo parece volverse oscuro. Son esos días en que ni tú mismo te entiendes y el corazón parece querer fugarse a cada instante a fin de ir, quién sabe a dónde.

   Hay épocas de la vida en que uno no alcanza a comprender qué y por qué es... o quizá, debamos decir mejor, quién y por quién... para quién se es.

  A veces el corazón no encuentra descanso en nigún sitio y parece vagar errante de un lado a otro sin razón ni orden. Busca aquí, busca allá y nada le conmueve, nada le emociona, sencillamente, nada, la sola nada, el extremo vacio y no obstante, cuando el corazón encuentra un sitio donde habitar, vuelve a él si no sabe a dónde ir y allí, encuentra su descanso, como la golondrina vuelve a su nido, así el corazón sabe regresar al lugar de su reposo, al lugar de su descanso, al silencio donde se hace voz su latir, por ello aprendamos a encontrar ese lugar en que habitar con nuestro propio corazón.

   Y es que hay noches que parecen eternas, penas que parecen ahogarnos y en medio de ese desierto oscuro parace no haber oasis, ni tan si quiera un espejismo, es pues ese momento cuando hemos de callar el pensamiento y dejar que el corazón siga su curso, que como las golondrinas, vuele instintivamente, al lugar de su reposo...

  Cuando el corazón reposa, cuando entra en calma, cuando al silencio en los labios brota el tenue latir de un corazón alado, la noche llega al alba, el corazón a la alborada, la luz a los ojos y aún cuando nada cambia, ya todo es distinto... y es que a veces, sólo a veces, sólo las mejores veces, la vida se transforma, y pasa de la noche más terrible, a un eterno amanecer, a ese canto de alborada... y la vida se vuelve como la brisa del alba, suave, fresca y llena de una tenue luz que viste todo de mágia y de ternura...

 Querido lector, retorna a tu reposo, busca la paz y corre tras ella, que nadie te corte las alas. No tengas prisa por llegar que la noche al alma enseña y la soledad al corazón educa, pero al alba, la tenue luz, nos deja ver, no sin cierta perplejidad, los dulces frutos de la amarga espera. Disfruta ese momento, deleítate en cada instante, sin prisa, como el amanecer, tenue pero firme, como un canto de esperanza... porque a veces no es tan importante ni intenso lo que esperamos, como el hecho de saberlo esperar... sin prisas ni tensiones... así como la noche pasa y el alba llega... así como el sol abrasa hasta llegar la tarde, aprendamos a esperar, aprendamos a disfrutar de ese instante que, aún siendo fugaz, reviste al alma de ternura... el mundo ha olvidado la ternura, la suavidad de las caricias, la intensidad de los momentos... querido lector, devolvamos al mundo ese "algo" que se nos escapa cada día, ese instante, ese momento, ese lugar... esa paz por la que tanto suspiramos... sin luchas, sin fatigas, pues, si se lucha no hay paz...

  Es hora de cambiar el pensamiento, descubrir que no hay nada que no tengamos ni que no sea nuestro... dejemos las luchas, las rencillas... parémonos un solo instante, este instante... dejémos que nuestra vida se transforme en ese eterno amanecer, en esa suave brisa, en esa tenue luz... en ese descanso que engendra descanso, en ese ser sin existir, ese existir que es ser, entremos en una verdad más verdadera, busquemos la paz, corramos tras ella, hagamos de cada instante una alborada, llena de mágia y de ternura, en ese punto en que el cielo brilla rojizo y las estrellas aún titilean en azúl... sin renunciar a nada, seamoslo todo, en todos y para todos... seamos alma para un mundo desalmado... seamos la luz de un nuevo despertar...
   

  





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