Un viaje al interno

Un viaje al interno
Un descenso al corazón

domingo, 4 de marzo de 2012

Una historia de miedo

   Es, de entre las peores sin duda la peor, el miedo la enfermedad más padecida y tal vez, aún siendo así, la menos temida de todas, y es que, muchas veces, por no decir todas ellas, el miedo no viene solo. Todos tenemos miedos y temores, todos, absolutamente todos, nos hemos, como poco, asustando alguna vez. ¿Quién no ha temido alguna vez, recibir una noticia trágica, tan temida aún antes si quiera de llegar ésta a existir... que no lo haya sumido en la angustia?

   Poderosa palabra el miedo, que aún resultando todavía inexistente, puede llegar a ser de tal magnitud que llega a paralizarnos y no obstante, puede ser este mismo miedo el que nos empuje a actuar, quizá a huir... pero no siempre al huir podemos ahuyentar al miedo, a veces haber logrado escapar, o haber sabido encajar un golpe aterrador, no nos priva de seguir cargando con el fantasma del miedo a nuestra espalda.

  La ansiedad a veces se vuelve una compañera persistente que no nos deja en paz, que nos agota y nos angustia, que nos aterra y paraliza, dejándonos presos de nosotros mismo en un secuestro del que, nadie, nos puede librar salvo nosotros mismos. Pero no siempre es fácil.

   La vida a veces es un compendio de situaciones para las que parece no estamos preparados. El miedo, la angustia, la soledad, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, hechos todos connaturales a nuestra existencia y sin embargo, parece que luchemos por vivir alejados de todo ello, sin comprender que al final, cada empeño, cada intento, no es más que la respuesta a un miedo innato que nos empuja a continuar adelante, arriesgando, cada día, un poco más de ese miedo que, cuando no nos paraliza, nos anima... pero ¿Y cuando el miedo se convierte en una fría losa que nos ata y paraliza? ¿Qué hacer cuando, todo empeño por continuar, nos devuelve a esa extraña sensación de parálisis?... cuantas veces no hay por qué temer y no obstante, es el miedo el que nos domina, haciendo u omitiendo acciones en el presente, por miedo al futuro, quizá, porque esa losa, aún nos ata al pasado...
 
  El miedo, aun a pesar de su potente apariencia, no es más que una sombra, una sombra que en ocasiones se alarga demasiado y nos hace creer y tomar por ciertas realidades que en verdad, no lo son. El miedo, a pesar de su fuerza, no es más que una sombra, proyectada desde un pasado mas o menos lejano y proyectada hacia un futuro incierto que nos deja en un presente difuso... extraños pensamientos para una tarde... miedo, oscuridad... luz, verdad... una lucha interna inexplicable, inaudible, pero cruenta. Sólo quien es capaz de luchar con sus miedos, puede vencerlos, pero para vencer al miedo, hay que empezar por no temerle... es extraña la batalla ¿Cómo luchar contra algo, usándolo a sí mismo como arma?¿Cómo luchar contra algo, teniéndolo por enemigo y a la vez, como "aliado"? Supongo que el temor al propio miedo es lo que nos hace querer luchar contra él, y para hacerlo, debemos arriesgarnos e ir de frente, con la luz de la verdad, hacia esa noche oscura en que nuestros miedos se convierten en cosas a veces tan palpables... y a la vez tan efímeras... 

   No es un camino fácil, el miedo siempre se protege sembrando en rededor suya un campo de dudas, de duras espinas que se clavan y duelen, haciendo flaquear la voluntad y así, tantas veces, nuestro guerrero interior se queda perdido, aturdido, asustado a medio camino entre sus miedos y su libertad, en medio de una noche colmada de dudas, de engaños, de espinas... en un letargo que se iguala a una muerte prematura que vivimos en vida, ajenos a que no hay muerte que se iguale a ese vivir lastimero, del que no vive por miedo... 
  Nuestro guerrero mira a su al rededor ¿Qué ve? Nada, soledad, oscuridad, dudas, la nada más absoluta... He ahí nuestro error al enfrentarnos al miedo, nunca, jamás, hemos de mirar fuera, sino siempre dentro de nosotros mismo, más allá de nuestra armadura, contemplar allí la luz de la verdad, pues, si como digo, el miedo es una sombra, basta un mínimo de luz, por escasa que sea, para disipar toda tiniebla, para apartar toda duda, para acabar con todo miedo... porque al final, aún cuando nuestro más temido miedo se materializase frente a nosotros, pasado un tiempo, sabríamos vivir con él... quien lucha con la verdad contra el temor y contra todo pronostico, se vuelve más fuerte...
   Nuestro guerrero que supo ver la luz, aceptó que el miedo era parte de su ser, pero descubrió que jamás el miedo sería él, sino sólo un compañero, quizá a veces un lastre, pero siempre un maestro de vida...

 "Vencido el miedo, despejada la duda, encontrada ya la luz, todo se volvió más claro, el miedo pareció disiparse y empequeñecer. Lejos de deshacerse de ello, el guerrero tomó lo que de su miedo quedaba, lo examinó y lo guardó con el resto de su tesoro, era la prueba de su victoria. Olvidó todo lo que hasta entonces había tenido por cierto, la luz de la verdad de su alma se acrecentó, miró, donde antes había un campo sembrado de dudas ya no quedaba nada. Tomo aire, miró su mapa... parecía verse mas claro, pero aún había muchos miedos por vencer... miró las heridas del combate... y lejos de sentarse a lamentarse, continuó adelante...siempre hacia adelante... ¿Sin miedo?





1 comentario:

  1. Un rayo de luz en el alba, para iluminar el rostro al miedo y descubrir que escondía en realidad una expresión de ilusión. :)

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