Un viaje al interno

Un viaje al interno
Un descenso al corazón

domingo, 12 de agosto de 2012

Guerra y PAZ...


El odio, la envidia, la desconfianza... esos reflejos ocultos y ansiosos del hombre asustado... esos pensamientos que engendran dentro de uno mismo esa dura amargura que nada ni nadie parece poder quitar... y que terminan por engendrar en el corazón del ser, la maldad... la violencia...

El amor, contrario a todo esto, se ve exiliado de su propio medio, mientras, los hombres, enloquecidos por el ansia del equivoco anhelo del poder... confunden las manos... y hacen de estas, la más dolorosa arma...

Guerra y paz han alternado su presencia entre los hombres desde el principio de la creación... siendo la primera temida y la segunda querida por todos... y no obstante... parece que el hombre no termina de comprender, que en sus solas manos existe la posibilidad de lograr la paz que da el equilibrio que conlleva el amor.

Paseando por medio de la devastación, entre las ruinas de una ciudad herida de guerra... viendo la señal dejada por la metralla en cada edificio, viendo el horror de la muerte desfigurada por un odio inútil e innecesario, me nace la necesidad de pararme y recapacitar... ¿qué hay, hombre, tan importante en el enfrentarte con el otro, que prefieras devastar tu propia existencia... a cambio de un futuro lleno de cicatrices... quizá inexistente? Paseando por la hermosa ciudad de Mostar, en Bosnia y Herzegovina, pensaba, después de tantos años... aún tanto dolor... si tras veinte años aún hoy se puede apreciar el horror de una guerra... cuanto más, pienso yo, habrá en los corazones de quienes lo vivieron... de quienes lo viven... de quienes han recibido por herencia, un corazón en pedazos...

La guerra ha regido los destinos de los pueblos desde que la historia tiene fecha... y hay constancia de que antes también... el odio y el rencor, son como hierva que aflora en el campo y que, de no ser cortada a tiempo, ante la mínima chispa, se ve inflamada, y cuando arde, devora todo a su paso, dejando tras de sí, un infierno... leí una vez que, las selvas, preceden a las civilizaciones, mientras que, los desiertos, las preceden...

Hombre que me lees, mujer que me escuchas, tú que te has parado, vengo a traerte la paz... vengo a invitarte, a rogarte quizá, que mires a tu alrededor, que busques en ti mismo lo que de bueno queda, lo que es tu esencia... evoca el amor, no mires sólo tus heridas, eleva tus ojos más allá, mira que hay un mundo aterrado que necesita que tú confíes, que necesita que tu creas, que esperes, que necesita que tú apuestes... que brilles... que seas libre... que ames sin medida... que esperes sin medida... la paz, no es algo que esté lejos, habita en lo profundo de tu corazón, más allá de tus miedos, lejos de las sombras que la luz de fuera proyecta en ti. Deja que sea la luz de dentro la que brille y te ilumine, deja que tu propia luz sea quien disipe la oscuridad de la tiniebla que te aterra y que enfervoriza...apaga con el dulce llanto de la compasión la llama del odio... la herida del rencor... que la paz con que yo te escribo te colme... porque no hay respuesta en la guerra, no hay solución en enfrentar, no hay solución en imponer, sino en proponer... no hay luz en la oscuridad... no hay vida en el terror...

BUSCA LA PAZ... Y CORRE TRAS ELLA...

PAX, PEACE, MIR, PAZ, PAIX, FRIEDEN, SHALOM, PACE, POCÓJ, BAKE... sea como sea... lo digas como lo digas...

PAZ, PAZ Y SÓLO PAZ




Medjudgorje, Mostar, Bosnia y Herzegovina, Agosto 2012. Gracias



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