Tu hermosura, por sencilla quizá, eclipsa y oculta la verdad que en tí encierras... A pesar de tu aroma, y de tu aspecto, robusto a la vez que delicado, no dejas de ser en verdad quien eres y es que, a pesar de tus encantos, tu veneno es fuerte, y puede conllevar la muerte.
Eres sin duda una tentanción selecta y selectiva, atrayente en cuanto a hermosa y no obstante, encierras un gran peligro. Alguien me dijo una vez, que la tentación es bella, pues, sólo la belleza atrae al hombre, y es verdad, como la tentación la Adelfa, con su belleza, oculta en sí un veneno, capaz de matar.
En el mundo en que vivimos, no son pocos los seres que, engañados con visos de verdades eternas y bellezas infinitas, caen de lleno en los brazos de esta dulce tentación... agrable a la vista, al olfato, y no obstante, un veneno que, poco a poco se cuela como inicuo en el corazón del hombre y ternima por paralizar en él todo lo que da vida.
El amor, herido del veneno del orgullo, que como la Adelfa prometía lo que no es, poco a poco se enquilosa y reviste al alma de un amargo que no le pertece... No es fácil, lo sé, y menos cuando todo en rededor parece haberse vuelto de un semblante tenebroso, donde el amargo prima y la tentación, del tipo que fuere, florece como la más hermosa flor... pero, si me permites el consejo, aprendamos, pues, de la naturaleza venimos... que la rosa, a pesar de sus espinas, es de amor y de pasión representante, así como a pesar de su escaso perfume, es de la pureza el lirio blanco... la tentación, pese a su aparente belleza, pese a su fuerza y robustez, no es más que un veneno, que como la adelfa, en malas manos, puede ser mortal, y mortal de necesidad.
Aprendí a amar a pesar de las espinas, y aprendí a de la pureza del lirio y la delicadeza del jazmín, a besar con el aroma de azahar... y a ver, sin intentar controlar, la distante bellaza de la adelfa...
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