Un viaje al interno

Un viaje al interno
Un descenso al corazón

sábado, 12 de mayo de 2012

Del deseo y el corazón

   El corazón del hombre se divide muchas veces, y en ocasiones, en direcciones contradictorias, a veces, deseos que parecen voces de lo más hondo que nos habla...

   El hombre de corazón inquieto e intrepida imaginación, de lúcido raciocinio, sufre de modo casi agresivo esa profunda dicotomía que le aferra y le desgarra a un sólo tiempo... oir al corazón no siempre es fácil, escucharle, es un ejercicio casi imposible, sólo el que humildemente acepta ser quien es puede lograrlo, pero ¿y qué es la humildad? ¿quién puede poseerla? La humildad no es un bien que pueda comprarse o conseguirse, la humildad es un fruto que se colecta, tras una ardua siembra y una dura cosecha, es el fruto dulce del amargo golpe del que finalmente se reconoce herido y mísero, pero a la vez, profundamente amado y digno de amar, esto, abrirá el corazón permitiendo que se derrame, entonces, cuando estemos empapados de nuestro propio corazón, derramado con el fruto de la humildad, cuando hayamos vaciado el ser de aquello que creíamos y tal vez no existia, podremos descubrir quién somos y escuchar al corazón, que nos indicará, qué amamos. Sólo cuando la vida, la acción, la reacción y la elección, sean una conforme a lo que somos y por ente a lo que amamos, seremos uno...
pero el corazón del hombre es caprichoso y no siempre sabe qué quiere, a veces se deja obnuvilar por pasiones y apetencias, a veces confunde el sentir con el saber... y es que a veces para amar, hay que apostar hasta el punto de morir a uno mismo y comprometerse con todo el ser en este gratísimo misterio que es el corazón... renunciando a nuestro punto de vista presonal para mirar más allá, con otros ojos, buscando ver otra verdad, aquella, que no está a nuestro alcance si no vamos acompañados, ofreciendo así el espacio de la vida misma... Pero el corazón es caprichoso y el amor a veces nos resulta tan desconocido... que a pesar de tenerlo, no lo percivimos y a pesar de desearlo, no lo apreciamos. En medio de esto, surge como el fénix, el corazón de sus cenizas, por medio de algo tan sencillo y a la vez tan complicado como es el perdón...
  Perdón, esa palabra que tanto decimos, y a veces, tanto nos hiere oir... cuando el corzón se rompe... alguien nos dice "perdoname..." y el corzón te grita "perdónalo" pues si el perdón supone a veces una herida, el rencor en un tumor que jamás cesará en su intento de acabar con todo... pero el perdón... el perdón encierra en sí el arte de la generosidad, de generar vida donde la herida pareció acabar con aquello que quisimos, o creimos querer... pues a veces sufrimos la herida, otras, somos quien herimos, pero el perdón siempre nos fortalece, tanto si lo pedimos, como si lo damos, tanto si lo damos, como si lo recibimos, pues el amor muestra su autenticidad en la fidelidad, pero alcanza su consumación plena en el perdón. El perdón, incluso en la infidelidad, no agota el amor, sino que renueva su fuerza incondicional e ilimitadamente.


   Erroneamente se ha dicho que, para perdonar, hemos de olvidar, pero, allí donde hay olvido, no hay perdón, sino olvido. El perdón es la remisión del daño, a pesar del dolor y las cicatrices, el corazón que perdona lo hace día a día, renovando cada día ese vinculo de amor... aunque ya no se ame como se amaba al ser amado... el perdón nos hará ser en verdad quien somos, cosechar esa humildad que nos enseñe, que la vida se vive hacia delante y que se aprende hacia atrás, que el amor nos muestra nuestra propia bellaza, pues valemos más a los ojos del amado que a los nuestros mismos. Amando y perdonando, sin dejar que en el corazón aflore el mal pensamiento ni el rencor, sabiendo que cada movimiento de amor verdadero restaura la integridad en el ser del que ama, sabiendo que el deseo común emerge cuando ya nos henos escuchado suficientemente a nosotros mismos como para ser capaces de ceder a nuestro punto de vista personal, descubriremos que la persona, mente, alma y corazón, encuentra su perfección en el amor, en la verdad y el bien.





      EL AMOR SE RENUEVA AL MANIFESTARSE Y SE DESARROLLA AL COMUNICARSE, EL AMOR, NO TIENE MEDIDA

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